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En 2013 el Grupo DG auspició un proyecto ambicioso cuyo objetivo era el rescate y edición de obras sobre la historia de Tabasco. El reto era definir cuáles serían aquellas obras que merecían reeditarse; fue entonces que un grupo de estudiosos de la historia de Tabasco elaboró una lista en orden de prioridad. Algunos de los criterios fueron: poca accesibilidad, inexistencia en acervos, valor histórico, impacto científico y literario, entre otros. En este contexto, me fue encargada una nueva edición de Obras varias, del doctor Juan José León Ibarra.

Después de largos meses de investigación en el Archivo Parroquial de la ciudad de Mérida, Yucatán, Biblioteca Yucatenense, Biblioteca José Martí y Archivo Histórico y Fotográfico de Tabasco, pude concluir mi investigación sobre los orígenes de este misterioso científico del siglo XIX. El resultado de estas pesquisas fue publicado en 2014 en el libro Juan José León Ibarra. Misceláneas Científicas, bajo el sello editorial del Grupo DG. La publicación fue presentada ante estudiantes de medicina y médicos profesionales, quienes recibieron la obra con simpatía y curiosidad. Sin embargo, al obsequiar el libro a un curandero, éste me comentó, algo avergonzado, que se le dificultaba la lectura, pues no encontraba rápidamente el remedio para una dolencia entre tantas páginas. Esto me sacudió, pues el médico Juan J. León había estructurado sus manuscritos pensando en la comunidad científica de la época, error que yo había replicado. Fue entonces que decidí crear una versión asequible para las poblaciones rurales y que también pudieran consultar las personas que usan la medicina tradicional como remedios alternativos a la medicina occidental.
Descargar libro digital "Misceláneas Científicas"Una tercera edición que subsanara el yerro de las ediciones anteriores no me parecía viable, en primer lugar por el financiamiento; en segundo, porque un tiraje generoso de 3000 ejemplares tendría el inconveniente de la distribución. Fue así como tuve la ocurrencia de amalgamar mis conocimientos en antropología e historia, con los conocimientos en construcción de bases de datos en SQL y programación para crear una aplicación web que pudiera llegar a miles de personas. Esto no hubiese sido posible sin la colaboración del joven historiador Dixon Ramírez Marín, quien refinó la base de datos en SQL con el soporte y asesoría de Xamanek Martínez Marín, un ingeniero informático talentoso. Todo parecía estar listo, pero nos enfrentábamos a la parte final, el desarrollo de la visualización de los datos. Por fortuna, el Mtro. Luis Rodríguez Qué, especialista en programación Frontend se integró al equipo de desarrollo y dio el toque final a la página web. Así, un historiador, un antropólogo social, un ingeniero en sistemas y un maestro en informática administrativa se unían para crear una aplicación que no solo servía a los intereses científicos, sino que también democratizaba saberes ancestrales sobre las plantas y dolencias que aquejaron a las poblaciones del sureste de México en siglo XIX.
El reavivamiento de la etnobotánica, la fitoterapia y la fotoquímica, ha diseminado la preocupación por conservar los recursos bióticos del planeta. Explorar formas alternativas de medicina a base de plantas, así como un notable interés científico por realizar investigaciones para descubrir las propiedades del reino vegetal que combatan de manera eficaz las enfermedades propias de nuestra época, ha sido el móvil de nuestro desarrollo informático bautizado como MATA, por su doble referencia, pues es el acrónimo de Medicina Ancestral Tabasqueña y también la referencia popular de muchas poblaciones del sur de llamar mata a cualquier planta comestible, herbácea, arbustiva o medicinal.
El desarrollo MATA no solo unió saberes que podrían parecer disociados como la informática, la historia y la antropología, también abrió una nueva forma de colaboración mediada por la amistad y los intereses comunitarios y no monetarios. En el idioma Zulú, existe una palabra para nominar estas acciones colaborativas orientadas hacia el bien común, la palabra es ubuntu, que significa, entre otras cosas, “humanidad hacia otros”, y esta misma palabra la usaron programadores informáticos para nominar un sistema operativo de código abierto basado en Linux. Vemos así que desde cualquier óptica, el bien común no tiene disciplinas específicas, una persona con espíritu ubuntu es abierta y está disponible para las demás, respalda a las demás, no se siente amenazada cuando otras son capaces y son buenas en algo, porque está segura de sí misma ya que sabe que pertenece a una gran totalidad.